viernes, 3 de septiembre de 2010

100 cosas que hacer antes de morir


Están abrazados con tanta fuerza que parecen una sola persona. Hace mucho, muchísimo que no se veían, tanto que ambos se sorprenden por las cualidades del otro.
“¿Desde cuando es tan alto?” “¿Desde cuando es tan guapa?”
En ese momento las palabras sobran, sonarían demasiado huecas comparadas con los brazos enredados alrededor de la cintura y el aliento de él sobre su nuca. Hasta les da miedo sonreír  o apretar con demasiada fuerza, quién sabe si todo eso no será un sueño frágil.
Leo piensa que le encantaría coger todo eso y meterlo en un tarro de cristal, de esos de mermelada, de esos que son casi imposibles de abrir. Cuando tuviera miedo o necesitase sentirse especial lo miraría y se daría cuenta que alguien, en algún punto del planeta, la quiso tanto como para abrazarla medio desnuda en un carretera desierta.
-¿A dónde querías ir?-le pregunta él en un tono que contiene tantas emociones que se desborda y tiembla. No deja de estrecharla contra su pecho ni un segundo, piensa que si lo hace podría salir volando y perderla.
-Intentaba cumplir uno de mis objetivos…-tartamudea a causa del frío, es un 1 de Diciembre demasiado invernal como para ir en ropa interior y con una toalla húmeda.
-¿Es esa tontería que me contaste esta mañana?
-No es ninguna tontería. No me convertiré en el tipo de personas que leen el periódico y trabajan ocho horas para después llegar a su casa y preguntarse que han hecho con su vida. No esperaré a que se me ofrezcan oportunidades para ser feliz ¿me oyes? Yo voy a crear esas oportunidades.
Lo dice con tanta decisión, esperanza e ilusión que los ojos le brillan. También tiene unos dieciséis años muy maduros e infantiles a la vez, es una niña que colecciona bolas de nieve y compra ropa interior de encaje.
-¿Y qué intentabas esta vez, pequeña Robinson? Además de conseguir asustarme y casi ahogarte.
Recuerda veinte minutos antes. Los labios azules y el pelo mojado, la corriente alejándola de él, la ropa arrastrándola hasta el fondo…No, nunca ¿me oyes tú Leo? Escúchame, jamás conseguirás librarte de mí, aunque te apetezca morir ahogada en invierno. Nuncanuncanuncanuncanunca.
-Echaba una carta en botella.
-¿Acaso has naufragado? Si tú serías capaz de convencer a la isla de que echase patas y te llevase a donde quisieras.
- Escribí algo que me pareciera especial y lo puse en una botella vacía de vino. ¡Seguro que cuando lo encuentre alguien le ayudará! A veces las palabras adecuadas pueden salvarte del naufragio.
 -¿Qué ponía?
Leo se zafa del abrazo y le mira con las manos en las caderas, está indignada por la estupidez de su acompañante. Tan enfadada está (o quizás sea a causa del agua) que las puntas de su pelo corto se le rizan y le dan un aspecto de duende travieso.
-Es cómo contarle a alguien qué pediste en tu cumpleaños al soplar las velas o que deseo le dijiste a una estrella fugaz. Quién la encuentre por casualidad sabrá que pone pero si te lo contase… ¡perdería la magia! Y perder la magia es lo peor que le puede ocurrir a una carta en botella, imagina que triste se sentiría al saber que le han quitado lo que más quería.
-Yo he estado a punto de eso.
Se produce una pausa larga antes de que ella comprenda lo que quiere decir y de que Cristian la vuelva a envolver entre besos inocentes y caricias tranquilizadoras. Este nuevo abrazo oculta un significado distinto al anterior.


4 comentarios:

  1. Yo he leido y comentado esto antes...no?

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  2. Sí, esque alguien entró en nuestro blog y borró todas las entradas que teníamos..u.u así que las hemos tenido que subir otra vez de nuevo..pero subiremos un capítulo nuevo de 100 cosas que hacer antes de morir muy pronto :)

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  3. Sí, es MUY cierto. La descepción está siempre presente, eso lo sé muy bien. Ojalá que todo lo tuyo se mejore! Gracias por tus comentarios, un beso y suerte. (:

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  4. Me encanta!! :D Me uno a tu blog ^^ A ver si te pasas por el mío y lees, si quieres :D
    besos!

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