martes, 30 de noviembre de 2010

Sho-sho-shout.

Gritar. Oh dios mío, que agradable sensación. A ella le encantaba mirarse en el espejo de su habitación y observar en los momentos de euforia su expresión de auténtica felicidad cuando esbozaba la sonrisa más grande del mundo, y al menos a ella se lo parecía así, y así era como se sentía incluso mejor consigo misma. Qué tonta llegaba a ser, y que risueña, y que niña. Ella soñaba con ser como Amélie, por ello, desde que vio a su gran mito en esa película tan extraña, le encantaba pensar que clase de pequeños placeres le podrían gustar a ella. Ya se le habían ocurrido muchos. Uno de ellos era gritar. Oh dios mío, que agradable sensación. También le gustaba mucho coger una linterna e imaginar que era un micrófono y cantar, cantar lo más alto que podía y sobretodo, sintiéndolo en cada tejido de su piel morena. Pero nunca sabía si lo podría considerar un pequeño placer de la vida, aunque seguía haciéndolo todas las tardes.

3 comentarios:

  1. Me gusta el texto, la inocencia que reboza "ella" con su euforia y su felicidad... me gusta. Pero soñaba con ser otra persona, eso nunca es bueno, hay que ser uno mismo, sin importar lo mejor que veamos a los demás, nunca hay que pretender ser algo que no somos.

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  2. Jean Pierre Jeunet no ha insertado en el alma una pieza inolvidable…
    Una chica que es como Amelie, o que sueña ser como ella, se merece lo mejor del mundo.
    (A mi no me suele gustar ver mis sonrisas en el espejo, se me deforma la cara y estoy mas feo)

    Una alegría, que escribas algo nuevo…

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  3. Jean Pierre Jeunet noS ha insertado en el alma...( fe de erratas )

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