Aprieta el cigarrillo entre sus dedos y le da una última calada. Quiere meterse el humo dentro. Alojarlo dentro de los pulmones. Sonríe y pequeñas volutas de ceniza gris se posan en su falda de flores. “Fumar puede matar” Claro, ¿y qué no? El amor destruye, consume, daña, te hace sangrar, y llorar, y desear morirte…A pesar de todos esos riesgos los labios de Daniel no llevaba escritos “Amar puede matar”. Y bien que le hubiera hecho falta. Ahora por doler, le duele hasta recordar. Le duelen las tazas de café a juego y la cama doble de matrimonio. Le duele la mejilla que él besaba antes de irse a trabajar.
-¿Estás bien, Ann?
Levanta los ojos pintados con maquillaje barato. Agotada física y emocionalmente. Claro que no estoy bien, capullo. Me ha dejado mi marido ¿es que no lo ves? Quiero vomitar todo lo relacionado con él, arrancarme esa mitad de la cabeza y el corazón que le pertenecían, cortar sus corbatas con tijeras de cocina.
-Sí, estoy perfectamente.
He tenido miles de reflexiones con eso de fumar mata, y curiosamente siempre las he asociado también a AMAR MATA.
ResponderEliminarMe encanta este texto, y no solo por eso.
Se echaban de menos tus historias…
Gracias
Al fin y al cabo son dos formas de autodestrucción. Humo para dejar de pensar o hacerlo el triple de lo permitido. Me gusta como lo acabas, casi puedo ver la mirada de Ann.
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